jueves, 29 de abril de 2010

El Destino de Leonora (Una Historia Cruel)

Aquella rata nunca fue como las demás. Avergonzada de las faltas que se les supone, decidió separarse del sendero que le marcaba su instinto. Así, si había visitas no salía de su madriguera; jamás royó queso ajeno, ni hizo agujeros en las paredes de la casa, como otras solían. Además, se hizo bautizar y tomó por nombre el de Leonora, que le pareció sagaz a la vez que sencillo. Su quehacer diario consistía en hacer la compra, cocinar, y ducharse, para dar muestras de limpieza. Leonora era un ejemplo de amabilidad: cuando se cruzaba con algún habitante de la casa, se quitaba el sombrero; había renunciado a sonreír, porque sus dientes, deformes, daban apariencia de burla. Por último, se había propuesto no morder a niño alguno, por muy insoportable que fuese.
Pero tanto esfuerzo no sirvió de nada, y fue perseguida escoba en mano durante un par de minutos, hasta fallecer justo en la entrada a su hogar. Sólo porque, pese al buen olor y cortesía, era una rata.

martes, 27 de abril de 2010

Lo Que Diera

Lo que diera por atrapar
Tu cintura al vuelo,
Y estrellar mi corazón
Contra tus ojos negros.

Lo que diera por naufragar
Para hacer de ti puerto,
vuelo de gaviotas,
paraje costero.

Lo que diera por tomar
Entre mis brazos tu cuerpo,
Para tenerte y cuidarte
Hasta el final de los tiempos.

Lo que diera por encontrar
Junto a tus ojos mis besos,
Con tus manos en mis manos,
Con el corazón abierto.

Lo que diera por iluminar
Mi rostro en tu reflejo,
Y recibir la energía
De tus labios y tu pecho.

Lo que diera por tenerte
Porque, leyendo esto,
Dijeras: ¿Sabes, Moisés?
Yo también te quiero.

martes, 20 de abril de 2010

Sin Voluntad

¿Cómo pudiste doblegarme así?
Sin voluntad ni voz, como un pelele,
cual muñeco de trapo en un guiñol,
que se mueve según quiere la mano.

Rasgado el corazón en mil jirones,
esparcidos, sin piedad, por el suelo.
Sin palabras, sin ideas, sin voz,
con el pensamiento tan perdido...

¿Con qué navaja rasgaste mis alas
para hacerme pensar que nada soy
si no es ante tu cuerpo y tus labios?

Quiero soltarme, volver a ser libre,
pero me siento, como el ave, a gusto,
feliz de permanecer en la jaula.

lunes, 19 de abril de 2010

Gigantes

-Amigo Sancho, ¿no ves que no son gigantes, sino molinos?
-Mi señor Don Quijote. ¿Acaso un molino mueve los brazos gritando al cielo blasfemias que un castellano viejo no puede tolerar? ¡No los mueve! ¿No es cierto, mi señor? Entonces, ¿a qué espera? Ataque, venza a los gigantes en desigual batalla, que aquí estaré yo, observando la fuerza de su ilustre brazo, para dar cuenta de su poder a mi señora Dulcinea.
-Dices bien- amigo Sancho-, y si muero dile que lo hice por defender...
-Basta de palabras. Los gigantes esperan...
-No habrá peligro, si no que avancen...
-¿Tiene miedo vuesa merced?- replicó Sancho.
-Dígote, Sancho, que jamás se dirá de mí, que tuve miedo de gigantes ni encantadores. ¡Llegaos a mí, malandrines, y probad la fuerza de mi brazo!
Viendo que el escudero se apartaba, sujetó a Rocinante, que pastaba con gran placer, y le obligó a comenzar el galope. Sancho, mientras tanto, no dejaba de reírse para sus adentros de la simplicidad de su amo, mientras acariciaba al rucio, al que decía:
-Voy a anotar esta historia, tal vez pueda venderla a uno de esos ciegos que van por las ventas cantando romances. Si mi amo es tan imbécil como me parece, tal vez vendiendo sus majaderías termine por comprarme una de esas ínsulas, que tan absurdamente me promete.
Después se acercó, cabizbajo, escondiendo con los puños la risa, a recoger los restos del maltrecho caballero.

jueves, 15 de abril de 2010

Sueño y Realidad

Anoche te vi entre mis brazos,
me dabas sonrisas y besos,
caricias que tanto he buscado,
amor teñido en silencio.

Hoy, despierto, te he visto,
tus ojos mataron mi piel.
Tus labios, que nunca consigo,
hirieron mi boca de sed.

Palabras dijimos, sencillas.
Miradas de oculto furor.
Te quiero, pasan los días,
y siempre alejados los dos.

He sentido en ti el fuego
callado, por miedo a expresar.
Al separarnos, tu cuerpo
forjaba mi soledad.

martes, 13 de abril de 2010

Soneto Absurdo

    Un hombre paseaba junto al mar
cuando vio una lámpara entre la arena
la frotó hasta que salió una sirena
que le habló y dijo: “debes meditar,

pues dos cosas que quieras te he de dar”.
“¿De donde vienes, muchacha morena?”
dijo el hombre. “Soy una genio buena”
respondió. Y el hombre se puso a pensar.

“Lo que más quisiera es saber nadar”.
“si es eso lo que quieres: concedido”.
“concédeme esto otro que te pido

nada más te voy a solicitar:
quisiera vivir en mucha agua, mucha”.
Y quedó convertido en una trucha.

sábado, 10 de abril de 2010

Tristeza

Brindo por aquel beso que nunca recibí.
Por los labios abiertos que no son satisfechos.
Por los poetas medianos, que mantienen las brasas
para que otros aviven la hoguera de la poesía.
Por las noches perdidas, sin risa ni entrega.
Por los que se apartaron para no pisar a los demás.
Por el recuerdo de los sueños destrozados.
Por los que dudan sin temor a equivocarse.

jueves, 8 de abril de 2010

Anzuelo

A veces tiro el anzuelo,
Y me salen, enredados,
Tus ojos negros.

sábado, 3 de abril de 2010

La Torre Eiffel (2ª Parte)

Vendedor.- Lo quieren todo. Desean dominar el mundo e imponer sus costumbres. Ésta es la foto de la torre Eiffel.
Cliente.- A ver... ¿Así es la torre? Demasiado hierro, ¿no?
Vendedor.- Tiene forma de ciprés. Es un dicho que se usa en francia. ¿Lo conoce?
Cliente.- No.
Vendedor.- Dice: planta cuatro cipreses en forma de cuadrado. Junta la cabeza de los cuatro, y tendrás la torre.
Cliente.- ¿Eso dicen los franceses?
Vendedor.- Justamente.
Cliente.- ¿De esa manera? Quiero decir, ¿en castellano?  ¡Tiembla, Nepal! ¿Dónde estará Nepal?
Vendedor.- A mí no me pregunte. Yo vendo enciclopedias, no ordeno países. Además, entre nosotros, he decidido ignorarles.
Cliente.- ¿A los nepalís?
Vendedor.- Sí. Es una buena estrategia. Intentan adueñarse del mundo, pero si nosotros ignoramos dónde están, y ellos ignoran dónde  estamos nosotros... ¡no podrán atacarnos!
Cliente.- Salvo que lo hagan por error.
Vendedor.- Eso sería atroz. Afortunadamente, aún estamos lejos de Nepal.
Cliente.- Está al sur ¿verdad?
Vendedor.- Estooo, sí. Pegado a África. Junto a las Canarias. Es un gran continente, lleno de animales exóticos y frutas tropicales. De allí surgió el mango.
Cliente.- ¿Y la guayaba?
Vendedor.- No lo sé. Lástima no tener una enciclopedia.
Cliente.- Pero usted, ¿no posee una?
Vendedor.- ¿Está loco? ¿Sabe el espacio que ocupan los veinticuatro volúmenes? Haciendo un cálculo aproximado, sin exagerar: casi veinticuatro veces lo que ocupa éste.
Cliente.- Sí, pero la fotografía es muy bella. Me recuerda a una novia que tuve. Era igual a la torre.
Vendedor.- ¡Qué mujer más extraña!
Cliente.- Sí. Una mujer muy altiva. Además, era fría como el hierro. Lo cual, en verano, resultaba muy agradable... con ella proyecté todos los viajes que nunca hice en la vida: París, Albacete, Nueva York, Albacete, Esquivias, Albacete...
Vendedor.- ¡Qué obsesión con Albacete!
Comprador.- Albacete siempre era el viaje de vuelta. Vivíamos allí, ¿sabe? En la tercera planta de un piso pequeño. Éramos muy felices.
Vendedor.- ¿Es bonito Albacete?
Comprador.- Nunca vi la ciudad. Por lo general paseábamos alrededor del edificio. Enseguida nos sentábamos a discutir. Las parejas tienen tanto que discutir...
Vendedor.- Te puedes pasar horas discutiendo.
Comprador.- ¡Qué recuerdos! Los días de lluvia dejábamos un paraguas colgando de la ventana.
Vendedor.- ¿Un paraguas?
Comprador.- Sí. Servía para evitar que nos robasen. Si el paraguas estaba en la ventana, significaba que estábamos en casa. Y sin embargo salíamos.
Vendedor.- Con otro paraguas.
Comprador.- ¿Eh? No, no. No teníamos otro. Nos mojábamos. Por eso solíamos pasear alrededor del edificio. Si la lluvia se volvía más densa, volvíamos al piso. Entonces cocinábamos. Cada día quemábamos una comida distinta.
Vendedor.- ¿No sabíais cocinar?
Comprador.- No. Pero tuvimos suerte. En el edificio de enfrente fue a vivir un matrimonio algo mayor. Ella era una experta cocinera.
Vendedor.- Os ayudaba.
Comprador.- Nunca lo supo. Mi chica la espiaba desde la ventana. Observó cómo cortaba las patatas, cómo cocía l carne, y estuvo a punto de aprender a hacer una paella... pero entonces, sin haberlo esperado, llegó la tragedia.
Vendedor.- (con angustia) ¿Murió?
Comprador.- Peor. Puso unas cortinas. En vano mi chica trató de adivinar lo que estaba haciendo: en lugar de arroz puso garbanzos; cebolla en vez de sepia, y confundió la paellera con una sartén. Una hora después los garbanzos seguían duros, y tuvimos que comer patatas. Pero todo aquello pasó. ¡Ay, la torre Eiffel, que me trae tantos recuerdos!
Vendedor.- (con tristeza) Uno de estos días, tal vez, la torre y toda Francia serán invadidos por los nepalíes.
Comprador.- ¡Qué horror!
Vendedor.- Es posible que, en estos momentos, ya se hayan anexionado China y Yemen.
Comprador.- ¿No podemos hacer nada?
Vendedor.- ¿Qué quiere que hagamos? Cuando un pueblo está dispuesto a morir, nada puede detenerlo.
Comprador.- Tenemos que matar a su general.
Vendedor.- Ya sabes lo que se dice: mala hierba nunca muere.
Comprador.- Sí, pero ganas y armas vencen batallas.
Vendedor.- Claro, aunque el que mucho abarca poco aprieta.
Comprador.- Recuerda que en boca cerrada no entran moscas.
Vendedor.- No lo entiendo.
Comprador.- Que iremos a Francia, calladitos, a defender la torre, porque el que anda con lobos, a aullar aprende.
Vendedor.-  Y es que quien tiene boca, se equivoca.
c.- ¡Ssssh, calla! Tal vez nos estén escuchando. Será mejor que entremos.

jueves, 1 de abril de 2010

La Torre Eiffel (1ª Parte)

Vendedor.- Buenos días. Usted no necesita ninguna enciclopedia, ¿verdad? Ha sido un placer (se da la vuelta)
Cliente.- No, espere. Lo cierto es que nunca he comprado una. ¿Podría decirme para qué sirven?
Vendedor.- ¡oh! No son gran cosa, no crea. Se trata de veinte libros lujosamente encuadernados, llenos de hojas y letras de color negro.
Cliente.- ¿Sin fotografías?
Vendedor.- Con fotografías. Pero nada en especial. Las típicas imágenes de políticos y monumentos antiguos. Nada que no pueda ver en internet.
Cliente.- ¿Muchas fotos?
Vendedor.- Un centenar, aproximadamente.
Cliente.- ¿Alguna con la torre Eiffel?
Vendedor.- Es posible.
Cliente.- Entonces me interesa. ¿Cuánto cuesta?
Vendedor.- ¿Va a comprarme una enciclopedia porque contiene una fotografía de la torre Eiffel?
Cliente.- (justificándose) Es que nunca estuve allí. Me gustaría poder verla.
Vendedor.- Haberlo dicho antes. Casualmente traigo conmigo el cuarto volumen, que creo que contiene esa foto que le gusta... ¿cómo se escribe Eiffel?
Cliente.- Lo importante no es cómo se escribe, sino cómo se lee... Busque primero sin hache.
Vendedor.- Sin hache. Es posible que aparezca de las dos formas. Supongo que conocerá el último descubrimiento lingüístico.
Cliente.- No sé de qué descubrimiento me habla.
Vendedor.- Han descubierto, parece ser, que todas las palabras se pueden escribir de las dos maneras: con hache y sin ella.
Cliente.- ¿Todas?
Vendedor.- Sí.
Cliente.- ¿Todas las palabras sin hache y con hache? ¿Hasta las que empiezan por vocal?
Vendedor.- También esas.
Cliente.- Eso es maravilloso. Eso va a revolucionar nuestro idioma. ¡Tiembla, english language, vamos por ti! Pero eso tendrá alguna explicación ¿no?
Vendedor.- ¡Claro! Parece ser que se pueden escribir de las dos maneras porque la hache no se pronuncia. ¡No tiene sonido!
Cliente.- ¡Cierto! La hache no tiene sonido... ¡No tiene sonido! Es maravilloso. Estaremos a la vanguardia del mundo. Volveremos a ser el país dominante, por encima de Estados Unidos y el Nepal.
Vendedor.- Del Nepal, tal vez no. Se dice que quieren invadir Rusia.
Cliente.- Son insaciables. ¿No les bastaba con haberse anexionado China y Noruega?