sábado, 3 de abril de 2010

La Torre Eiffel (2ª Parte)

Vendedor.- Lo quieren todo. Desean dominar el mundo e imponer sus costumbres. Ésta es la foto de la torre Eiffel.
Cliente.- A ver... ¿Así es la torre? Demasiado hierro, ¿no?
Vendedor.- Tiene forma de ciprés. Es un dicho que se usa en francia. ¿Lo conoce?
Cliente.- No.
Vendedor.- Dice: planta cuatro cipreses en forma de cuadrado. Junta la cabeza de los cuatro, y tendrás la torre.
Cliente.- ¿Eso dicen los franceses?
Vendedor.- Justamente.
Cliente.- ¿De esa manera? Quiero decir, ¿en castellano?  ¡Tiembla, Nepal! ¿Dónde estará Nepal?
Vendedor.- A mí no me pregunte. Yo vendo enciclopedias, no ordeno países. Además, entre nosotros, he decidido ignorarles.
Cliente.- ¿A los nepalís?
Vendedor.- Sí. Es una buena estrategia. Intentan adueñarse del mundo, pero si nosotros ignoramos dónde están, y ellos ignoran dónde  estamos nosotros... ¡no podrán atacarnos!
Cliente.- Salvo que lo hagan por error.
Vendedor.- Eso sería atroz. Afortunadamente, aún estamos lejos de Nepal.
Cliente.- Está al sur ¿verdad?
Vendedor.- Estooo, sí. Pegado a África. Junto a las Canarias. Es un gran continente, lleno de animales exóticos y frutas tropicales. De allí surgió el mango.
Cliente.- ¿Y la guayaba?
Vendedor.- No lo sé. Lástima no tener una enciclopedia.
Cliente.- Pero usted, ¿no posee una?
Vendedor.- ¿Está loco? ¿Sabe el espacio que ocupan los veinticuatro volúmenes? Haciendo un cálculo aproximado, sin exagerar: casi veinticuatro veces lo que ocupa éste.
Cliente.- Sí, pero la fotografía es muy bella. Me recuerda a una novia que tuve. Era igual a la torre.
Vendedor.- ¡Qué mujer más extraña!
Cliente.- Sí. Una mujer muy altiva. Además, era fría como el hierro. Lo cual, en verano, resultaba muy agradable... con ella proyecté todos los viajes que nunca hice en la vida: París, Albacete, Nueva York, Albacete, Esquivias, Albacete...
Vendedor.- ¡Qué obsesión con Albacete!
Comprador.- Albacete siempre era el viaje de vuelta. Vivíamos allí, ¿sabe? En la tercera planta de un piso pequeño. Éramos muy felices.
Vendedor.- ¿Es bonito Albacete?
Comprador.- Nunca vi la ciudad. Por lo general paseábamos alrededor del edificio. Enseguida nos sentábamos a discutir. Las parejas tienen tanto que discutir...
Vendedor.- Te puedes pasar horas discutiendo.
Comprador.- ¡Qué recuerdos! Los días de lluvia dejábamos un paraguas colgando de la ventana.
Vendedor.- ¿Un paraguas?
Comprador.- Sí. Servía para evitar que nos robasen. Si el paraguas estaba en la ventana, significaba que estábamos en casa. Y sin embargo salíamos.
Vendedor.- Con otro paraguas.
Comprador.- ¿Eh? No, no. No teníamos otro. Nos mojábamos. Por eso solíamos pasear alrededor del edificio. Si la lluvia se volvía más densa, volvíamos al piso. Entonces cocinábamos. Cada día quemábamos una comida distinta.
Vendedor.- ¿No sabíais cocinar?
Comprador.- No. Pero tuvimos suerte. En el edificio de enfrente fue a vivir un matrimonio algo mayor. Ella era una experta cocinera.
Vendedor.- Os ayudaba.
Comprador.- Nunca lo supo. Mi chica la espiaba desde la ventana. Observó cómo cortaba las patatas, cómo cocía l carne, y estuvo a punto de aprender a hacer una paella... pero entonces, sin haberlo esperado, llegó la tragedia.
Vendedor.- (con angustia) ¿Murió?
Comprador.- Peor. Puso unas cortinas. En vano mi chica trató de adivinar lo que estaba haciendo: en lugar de arroz puso garbanzos; cebolla en vez de sepia, y confundió la paellera con una sartén. Una hora después los garbanzos seguían duros, y tuvimos que comer patatas. Pero todo aquello pasó. ¡Ay, la torre Eiffel, que me trae tantos recuerdos!
Vendedor.- (con tristeza) Uno de estos días, tal vez, la torre y toda Francia serán invadidos por los nepalíes.
Comprador.- ¡Qué horror!
Vendedor.- Es posible que, en estos momentos, ya se hayan anexionado China y Yemen.
Comprador.- ¿No podemos hacer nada?
Vendedor.- ¿Qué quiere que hagamos? Cuando un pueblo está dispuesto a morir, nada puede detenerlo.
Comprador.- Tenemos que matar a su general.
Vendedor.- Ya sabes lo que se dice: mala hierba nunca muere.
Comprador.- Sí, pero ganas y armas vencen batallas.
Vendedor.- Claro, aunque el que mucho abarca poco aprieta.
Comprador.- Recuerda que en boca cerrada no entran moscas.
Vendedor.- No lo entiendo.
Comprador.- Que iremos a Francia, calladitos, a defender la torre, porque el que anda con lobos, a aullar aprende.
Vendedor.-  Y es que quien tiene boca, se equivoca.
c.- ¡Ssssh, calla! Tal vez nos estén escuchando. Será mejor que entremos.

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