Soy como el viejo actor
Que repite su monólogo
Exactamente igual cada día
En los últimos 33 años
Pero que, a veces, cansado
Decide variar alguna frase
Y entonces, con la embriaguez
Por los labios que aún no tengo
Comienzo susurrando
Y luego grito tu nombre
Como si fueras capaz
De liberar mi monotonía,
De alterar mis sentidos,
De hacerme sonreír.
En esos instantes
El aburrido monólogo
Toma forma de belleza
Y de dulce eternidad
Por siempre, ¡por siempre!
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