jueves, 29 de julio de 2010

Del Coste de la Fruta

- Sí, pero qué cuestan las manzanas- preguntó la oronda señora, incapaz de probar la fruta.
- Una manzana no cuesta lo que cien naranjas- respondió con una sonrisa el comerciante.- Pero, me temo, una naranja no cuesta lo que cien manzanas- añadió, muy serio.
- Entonces, ¿cuál es su precio?
-¿No ha entendido nada? Una manzana no cuesta lo que cien...
- Yo no voy a comprar cien manzanas- dijo la señora, confundida.
- Yo no voy a venderle cien manzanas- repuso el comerciante.
- ¿Y cuánto cuesta un kilo?- repitió, con angustia, ella.
El comerciante escupió al suelo, miró a las alturas y sintió que no podía seguir hablando con la misma amabilidad ante un público tan ignorante.
- Dudo mucho- dijo- que ninguno de ustedes tenga capacidad suficiente para adquirir alguno de los productos que mercadeo.
Recogió con rabia la fruta: las manzanas en una mano, las naranjas en la otra. Después se alejó, moviéndose como una marioneta, según lo hacía inclinarse el peso de cada bolsa.

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