martes, 29 de junio de 2010
Un Concierto
Entonces, el maestro, saludó al público, mostró la guitarra, se sentó en la silla, colocó el pié izquierdo sobre la caja, suspiró, probó el instrumento, afinó la cuarta cuerda, atacó la primera nota, y se quedó dormido, entonces vio fuego, y campo, y viento, y al despertar, extasiado, se inclinó saludando al público, que aplaudió, fascinado, aquel sueño eterno.
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