jueves, 16 de septiembre de 2010

La Habitación (Fragmento)

Carlos.- Este armario tiene la medida exacta. Además es rígido, y sabe albergar secretos por los que se pagaría mucho dinero. Sus patas, tan furiosamente establecidas, le dan un rigor y una fortaleza perdurable. Ya no se hacen muebles así. Ahora se acorchan, se encogen y pierden color con los años. ¿No estás de acuerdo?
Bretón.- Supongo.
Carlos.- Éste podría soportar el peso de un hombre. Tal vez tumbado...

Se mete en el interior. Trata de tumbarse, pero no lo logra.

Carlos.- Es incómodo. Huele a sudor y humedad. No es agradable estar aquí adentro. Si así es como viven los caracoles, no me extraña que pasen su vida soltando babas y moco.
Bretón.- Eres un ignorante.
Carlos.- ¿Por qué? ¿Acaso no sueltan babas los caracoles? ¿Acaso no se les llama gasterópodos? ¿Eh? Me repugnan los gasterópodos, siempre arrastrándose por el suelo. Su único fin es ser pisoteados. ¿Te has dado cuenta?
Bretón.- ¿De qué?
Carlos.- Estoy dentro de un armario, que está dentro de una habitación, que está dentro de una vivienda, que está dentro de un edificio, que está...
Bretón.- Vamos, cállate.

Carlos sale del armario y lo cierra. Se acerca a la parte izquierda.

Carlos.- Aquí pondremos una estantería para libros. ¿Tienes libros?
Bretón.- Algunos.
Carlos.- ¡Los libros! Miles de hojas explicando el mundo, y ninguna sirve para nada.
Bretón.- Hablas de lo que no conoces.
Carlos.- Y lo que es peor: los que escriben no saben vivir. Maldito oficio.
Bretón.- ¡Qué sabrás de literatura!
Carlos.- No puede salir nada bueno del cerebro humano. No estamos diseñados para la belleza ¡No me interrumpas! Estamos corrompidos. Un  hombre perfectamente bueno, es un perfecto imbécil. Sabes que tengo razón...
Bretón.- El arte está por encima de ti, eres incapaz de diferenciar un lobo de una oveja.
Carlos.- ¡Por los cuernos!
Bretón.- ¿Qué cuernos?
Carlos.- ¿A quién defiendes? ¿Qué sabes de arte?

Bretón se encoge de hombros.

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