miércoles, 1 de junio de 2011

Variaciones sobre un Tema de Billy Wilder

Sala de una oficina de Nueva York. Es el despacho del director de seguros Keyes. Éste está sentado en el borde izquierdo de la mesa. En el borde derecho el director de la compañía. Sentado, al otro lado de la mesa, con gesto preocupado, Neff. Una bombilla ilumina débilmente el rostro de los tres personajes, de tal forma que cuando se mueven, pasan al oscuro.

Director.- ¿Cómo? ¿Me estáis diciendo que un hombre se hace un seguro de vida, al día siguiente se va de vacaciones y dos días después regresa la viuda a cobrar la indemnización?
Keyes.- Se fueron de vacaciones, eso es todo.
Director.- Es un absurdo. Una triquiñuela para cobrar. El marido tal vez ni existía. ¿alguien lo vio?
Keyes.- Él lo vio.
Neff.- Tenía barba, y muchas ganas... de irse de vacaciones.
Keyes.- Marchaba de vacaciones por Europa, con su mujer. Ella fue quien le propuso el seguro.
Neff.- Una mujer muy hermosa.
Director.- ¿Cómo de hermosa? ¿Lo suficiente para pagar el favor con caricias?
Neff.- No entiendo.
Keyes.- (Al director) Trata de tranquilizarte. Él se hizo un seguro, salieron de vacaciones  y tuvo un accidente, nada más.
Director.- ¡No es posible!
Keyes.- Claro que es posible.
Neff.- (Con voz débil) La gente se muere. Es desagradable.
Director.- ¿Cómo dices?
Neff.- Yo no quisiera que muriese nadie. La vida...
Director.- ¡Basta! (Fríamente) Necesito entender por qué lo hiciste, Neff.
Neff.- Ya le he explicado...
Director.- No tiene sentido, y lo sabes.
Keyes.- Neff es nuestro mejor agente. Es capaz de vender un seguro de vida a un recién nacido. Le basta con tintar la garra del muchacho, mientras la madre siente que está haciendo lo mejor por su pequeño.
Director.- Es absurdo.
Keyes.- Cobraremos por ese niño durante ochenta años.
Director.- (Colérico) ¡No me importa el niño! (A Neff) ¿Cómo pagará tu silencio? ¿Pondrá sus labios cruzados con los tuyos? ¿Dejará los muslos bajo tu ventana?
Neff.- ¿Qué ventana?
Keyes.- El muchacho está cansado, deja que se vaya. Escucha, en los negocios algunas veces se pierde, eso es todo.
Director.- (Sin escuchar a Keyes) Resumiendo: una mujer vino a verte y te propuso que hicieras un seguro de vida a su marido, te reúnes con él, acepta las condiciones sin rechistar...
Neff.- Así es.
Director.- El marido firma, marcha con su mujer a Europa, y a la segunda noche, sin testigos, cae al Sena, donde muere ahogado. Su mujer regresa al día siguiente, con intención de cobrar el seguro.
Keyes.- Según la autopsia él no tenía signos de violencia en el cuerpo.
Director.- Una autopsia que se hizo en ausencia de la viuda, que había abandonado en París el cuerpo del marido.
Neff.- Estaba... estaba dolida. Necesitaba descansar, huir de la pesadilla que amenazaba con quebrar su salud. Ella le quería.
Director.- Pero su esposo, a quien tanto quería, se descomponía en una morgue al otro lado del charco.
Neff.- Dijo que eso la hacía sufrir, se culpó por haber dejado su cuerpo en Francia.
Director.- ¿Por qué no se arrojó al Sena para salvar su vida?
Neff.- (Irritado) ¿De noche? Hubieran perecido los dos.
Director.- Y la compañía se hubiese ahorrado la indemnización millonaria que le debe.
Neff.- Eso es cruel.
Keyes.- (Intenta tranquilizar) Tal vez no lo quería tanto. Eso no significa que deseara su muerte.
Director.- Pero murió.
Keyes.- Por azar. Ambos eran jóvenes. Querían pasar unas vacaciones en París ¿Qué tiene eso de sospechoso? ¿Has estado en el Sena?
Director.- ¡No!
Keyes.- Una vez fui con mi mujer... no, con una amante, pero no importa. durante la noche iluminan una parte del río...
Director.- No me interesa.
Keyes.- Es romántico pasear junto a la orilla.
Director.- (Ha ido acercando su rostro al de Keyes) ¡Cá-lla-te-ya!
Keyes.- (Ha imitado el gesto del director, sus narices casi rozan) Además hay un puente maravilloso...
Director.- ¿Me has oído?
Keyes.- No es tan raro que en un ataque de amor, alguien tropiece y caiga al agua.
Director.- ¡Si dices una palabra más, estás despedido!

Se quedan en esa postura. Neff se levanta y se ve su cabeza por encima de los dos.

Neff.- Estoy cansado. Necesito dormir.
Director.- (Se separan bruscamente él y Keyes) ¿Cómo fue el primer encuentro?
Neff.- ¿Cómo?
Director.- (Se aparta de la luz) Sí, cuenta como fue. ¿Qué llevaba puesto ella?
Neff.- Un vestido, creo.
Director.- ¿Estaba hermosa?
Neff.- No lo recuerdo.
Director.- Llevas en esta empresa ocho años. Te he observado tanto como a cualquier otro de tus compañeros. No hay mujer en la que no te fijes (Neff sonríe) ¿Te pareció atractiva?
Neff.- Sí.
Director.- ¿El tipo de mujer que llevarías a tu apartamento un viernes por la tarde con intención de no salir hasta la noche del domingo?
Neff.- ¡Estaba casada!
Director.- Cuando vino a verte aún no lo sabías.
Neff.- No, no.
Director.- (Va subiendo las manos por el pecho de Neff mientras habla) ¿Qué sentiste mientras te tocaba?
Neff.- (Estalla) ¡Eso no ocurrió nunca!
Keyes.- Pobre muchacho.
Director.- ¿Te quieres callar?
Keyes.- Es nuestro mejor agente, si lo tratas mal, se marchará.

Comienzan a discutir fuera de la luz. Neff mira a uno y otro lado.

Director.- Ya lo creo que marchará, pero no con el dinero que nos ha robado.
Keyes.- No ha robado nada.
Director.- Puedo oler una mentira según es pronunciada, y todo lo que ha dicho es falso.
Keyes.- ¿Qué culpa tiene del accidente? No tienes pruebas.
Director.- No las necesito.
Keyes.- Tu actitud es absurda. Abusas de tu poder, nada más.
Director.- (Golpea la lámpara, que comienza a girar encima de la cabeza de Neff) ¡Basta!

Neff se levanta. Va a salir del radio de luz, pero es detenido por el brazo del director, que ahora está a la izquierda del espectador. Neff, a causa de la fuerza del brazo, se sienta de nuevo. El siguiente diálogo tiene lugar muy deprisa.

Director.- La segunda vez que viste a esa mujer... ¿Estaba desnuda?
Neff.- (Molesto) No.
Director.- ¿De qué color vestía?
Neff.- De varios.
Director.- ¿Qué llevaba puesto?
Neff.- ¿Perdón?
Director.- ¿Pantalón, falda?
Neff.- Pantalón.
Director.- ¿Blusa, camisa?
Keyes.- ¿Y eso qué importa?
Director.- ¿Blusa o camisa?
Neff.- Blusa.
Director.- ¿Cómo era la blusa?
Neff.- Oscura.
Director.- ¿Verde o azul?
Neff.- Sí.
Director.- ¿Era verde o azul?
Neff.-Azul.
Director.- ¿Azul claro?
Neff.- Sí.
Director.- Antes dijiste que vestía de oscuro.
Neff.- Hablé con esa mujer tres veces, probablemente mezclo los recuerdos.
Director.- Muchacho, llevo treinta años vendiendo seguros. Monté esta oficina con mis manos. Desde entonces he visto muchas desgracias. La gente muere, eso es irremediable, la vida se detiene, se acaba como se apaga la luz: de golpe. A veces mi olfato me dice que me están engañando. Puede que el cliente sea muy habilidoso, pero siempre hay un gesto que lo delata. Cada año ocurre lo mismo, por lo general por problemas económicos o venganza. Y no sé, no quiero saber, qué te motivó a engañar a la empresa, ¡qué más da!, Tal vez era el cometido que Dios te había ordenado, no seré yo el que juzgue tu destino.
Neff.- ¿Entiendes de qué habla, Keyes?
Keyes.- Escucha, muchacho, ya tendrás tiempo de hablar.
Director.- ¡Has ganado!
Neff.- ¿Qué es lo que he ganado?
Director.- No tengo forma de demostrar que esa mujer asesinó a su marido, salvo que contrate un grupo de abogados que se trasladen a Europa, y eso costaría mucho dinero. Tendremos, entonces, que negociar. ¡Keyes, trae otra silla!
Keyes.- (Le entrega la silla desde la parte derecha) ¿Cómo es posible que lo creas culpable de un crimen y quieras negociar con él?
Director.- Tú no estás aquí, no has escuchado mis palabras, ni las suyas, ¿has entendido?
Neff.- (Con las manos sobre la cabeza) Tenía problemas. En los últimos seis meses había vendido diez seguros, y... (mirando al director, desafiante) ¡Malditas comisiones, así no se puede vivir!
Keyes.- ¿Qué tienen que ver las comisiones? Te está ofreciendo un pacto.
Director.- Eso es. Un pacto, un sencillo pacto. Habla con ella, la cifra que pide es demasiado grande, si no acepta una  rebaja tendremos que ir a los tribunales. Y no me gustaría.
Neff.- Necesitaba más dinero, ganaba muy poco, el último mes...
Director.- No te quiero juzgar. Sé lo que es hacer locuras. Estoy seguro que Keyes también.
Keyes.- Yo robaba monedas de la cartera de mi madre.
Director.- Y eso le duele.
Keyes.- Tanto que no lo he podido olvidar.
Director.- Tenemos muchas cosas que esconder, me refiero a los hombres... está bien, muchacho, le propongo una indemnización de la mitad del importe firmado, y nos olvidamos de los jueces.

Neff le observa con curiosidad. Después mira a Keyes, que lo mira con gesto despectivo. Neff baja la cabeza e intenta levantarse, el director se lo impide.

Director.- ¿No es suficiente? Tiene razón, no lo es. Me conformaré con una rebaja del veinticinco por ciento. Para ustedes no supondrá mucho, y a mí me permitirá seguir pagando a mis empleados. Por supuesto, usted ya no será uno de ellos, ¿qué responde?

Neff sigue con la cabeza agachada.

Keyes.- Neff, esa actitud no ayuda. Su posición ante un juez sería compleja, sin embargo la oferta del director evitaría esa situación, además del dinero que ganará gracias al seguro firmado.
Neff.- ¿Habéis oído? Es como el canto de un pájaro. Un gorgojeo suave, ligero, como una declaración de amor.
Keyes.- Está agotado.
Director.- Neff, escuche, le hablo desde la sinceridad. Hay problemas en la empresa, no me conviene dar publicidad a este caso, tenga por seguro que si no ya le habría destruido. Es necesaria, sin embargo, la discreción. Acepte la rebaja que le propongo y olvidaré su rostro para siempre.
Keyes.- ¿Has oído, Neff?
Director.- Estoy dispuesto a pagar esta tarde. Diga a la mujer que pase por mi oficina y terminemos con esta situación.
Keyes.- Vamos, Neff, ¿qué más necesitas? Ella te pagará la comisión que te debe.
Neff.- (Se levanta con poca energía y se va aproximando al público. Tras él, el director) Llevo ocho años en la empresa, en este tiempo he visto reducidas mis ganancias a la mitad, a causa de la reducción del sueldo, y el progresivo aumento de las comisiones.
Keyes.- (Agresivo) ¿Otra vez con esa historia?
Neff.- Los tres últimos meses gané casi la mitad, y no pude pagar la habitación que alquilo. Necesitaba un aumento de las ventas.
Director.- Repito que no le juzgo.
Neff.- Llegó aquella mujer. Tenía en los ojos una rara expresión de malicia, y pensé que debía desconfiar de ella.
Director.- ¿Y le hizo el seguro?
Neff.- No.
Keyes.- (Al fondo, no se le ve) ¿Qué estás contando, Neff? El seguro está firmado.
Neff.- Me negué. Entonces...
Keyes.-  No vale la pena.
Neff.- Entonces él me ordenó que lo hiciese.

Ambos se giran y se ve a Keyes sentado en la silla. El director, por la izquierda, y Neff por la derecha se acercan a él.

Director.- ¿Es cierto? ¿Tomó usted la decisión?
Keyes.- ¿Por qué creer...?
Neff.- Usted la conocía, la llamó por un diminutivo, Phi o algo así.
Director.- Un momento, usted tenía una amante, Keyes, a la que llamaba así.
Keyes.- (Sin fuerzas) sí.
Director.- ¿Es ella?
Neff.- El rostro lo delata.
Keyes.- Era un plan perfecto.
Director.- Sin duda. ¿Aceptará la rebaja del veinticinco por ciento?
Keyes.- (Se levanta) Nos conformamos con la mitad.
Director.- Sin publicidad.
Keyes.- Ninguna (Se abrazan)

Neff los mira sorprendido y se sienta en su silla. Saca algunos papeles. El director se gira sorprendido.

Director.- Comprenderá que no puede seguir en la empresa.
Neff.- ¿Por qué?
Director.- Incumplió su cometido al realizar la póliza.
Neff.- Él me lo ordenó.
Director.- No, él le propuso un soborno. Usted aceptó.

Neff baja la cabeza, abre el cajón y saca una chaqueta y una carpeta. Mientras los otros hablan él sale de escena.

Director.- ¿Resultó difícil?
Keyes.- El marido llevaba un año planeando las vacaciones.
Director.- ¿Y no sospechó al firmar el seguro?
Keyes.- Lo cierto es que no sabía lo que estaba firmando. Phyllis es muy hábil.
Director.- Sí, pero, el asesinato ¿Cómo lo hizo? No debe ser fácil tirar a alguien al Sena.
Keyes.- Bueno, él  se subió a la barandilla.
Director.- El muy idiota...

Se apaga la luz. Telón.

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