Nunca, en su larga vida de caminante, se había encontrado con dos canes a la vez.
-Tal vez uno de vosotros quiera ser mi perro- les dijo.- Al otro le apedrearé hasta que salga de la ciudad.
El primero comenzó a ladrar y a saltar a su alrededor.
-Me gusta tu tozudez, dijo al otro perro: no has ladrado para salvarte del peligro, a ti te elijo.
-No ladré porque no me importan tus amenazas, pero no voy a servirte como un chucho vulgar, fui parido para más altas empresas.
El hombre se agachó y cogió dos cantos pesados.
-Olvida tus piedras, no tienen ningún poder sobre mí- dijo el perro, pero se equivocaba.
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Buen blog, qué bien escribes chaval!!!!!
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