Un tronco quebrado, podrido, hueco.
Refugio de la noche.
Llueven contra su carne
Gotas azules de odio,
Pedradas finas, ramadas de ausencia,
Hojas secas, pequeñas,
Con filo para serrar la corona.
Un caldo en la base se enciende, bulle,
Y arranca la semilla
Que se aferra, orgullosa, a las paredes.
Como un magma constante
Condensa, forma, sangra,
Derrota con furia las resistencias,
Para dejar la rabia.
Y la corteza
Con ansia de luz busca el cielo.
La rama, sola, crece hacia los rayos
Mientras que la raíz
Se alarga, cruje y quiebra,
Hasta que, ya vencida,
Separada, ciega, asume el color
Del fuego en la resina.
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Me han sorprendido sobremanera tus escritos.Enhorabuena!!
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