Una tormenta leve de polvo y pelo
con restos de ceniza, todo en el suelo.
Canela, clavo, aromas de una mujer,
Que marcha con la certeza de no volver.
El eco emite un canto que suena a vida,
Palabras que se confunden con despedidas.
Y un tango
Que se repite de cuando en cuando.
Y un verso
Que toma forma de los recuerdos.
Y un libro
Que no recuerda que hay mil caminos.
La tarde, de luz pintada, que tanto brilla,
Confunde su azul celeste con tu bombilla.
Las llaves ya no resuenan junto a la puerta.
La casa sin tus pisadas quedó desierta.
Solita, sin voz ni lumbre quedó tu alcoba,
El pelo robó a los muebles su ayer caoba.
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