domingo, 24 de agosto de 2014

El Único Testigo

-Sí, sí, sí. Escuchen. Yo, yo soy el único testigo. Yo lo vi todo, todo. ¿Con quién  hablo? Ah, ¿Radio Nacional de España? Estupendo. Sí, os escucho bastante. Bueno, de vez en cuando. Soy más de televisión, ¿sabe? Ah, sí, perdón. Claro. Ya le decía. Yo lo vi todo. Ya le expliqué a la policía, sí, ya le expliqué. Me han tomado los datos. Para declarar, claro. Soy el único testigo. Ha sido una desgracia ¡una desgracia! Se le veía tan joven, bueno, creo que se le veía joven. Soy miope ¿sabe usted? Y no pude verle bien la cara. Bueno, ni la cara ni el cuerpo. En realidad pudo ser una mujer, tampoco estoy seguro. Pero yo creo que era más hombre que mujer, me lo dice la intuición. y esa no se equivoca. Y luego el coche, más que coche camioneta, o tal vez un camión. No, un coche no fue, porque oí el claxon, y los coches no tienen ese claxon. Y encima en un paso de cebra, o al menos en una línea continua, sí, había una línea en el suelo... ¿oiga? ¿Por qué se marcha? ¿Oiga?

martes, 19 de agosto de 2014

Las Manos Rugosas

Hace una semana, mientras tecleaba en el ordenador, observé mis manos. Me pareció extraño no haberme dado cuenta de que están rugosas, y traté de recordar. Hace quince años, estoy seguro, tenía las manos firmes, juveniles, casi perfectas. ¿Qué ha podido ocurrir? ¿Será verdad que me estoy haciendo mayor? Eso me preocupa. Tal vez envejezco, aunque no sea consciente de ello. He decidido comprobarlo. Así que, desde el jueves, me he sentado con las manos sobre la mesa, a esperar. Por el momento, aclaro, no noto cambio alguno. Pero tal vez es pronto. Cuando lleve un mes o dos en esta postura sabré si las arrugas son casuales, o es que de verdad envejezco. Prometo informar de mis conclusiones. Si no me canso antes, que la espalda comienza a dolerme con más fuerza que hace quince años.