martes, 22 de octubre de 2013

El Bávaro (fragmento)

-¡Oh, Baviera, Baviera! El paraíso de los bávaros. ¡Qué hermoso es! A propósito de Baviera. ¿Saben que conozco una historia que tiene mucho que ver con Baviera?
-¿Nos la contarías?
-¡Pues claro! Espera un momento. ¡Junge, eh, junge! Mehr Möet Chandon. Danke! ¿De qué hablo yo ahora? ¡Ah, sí, la historia sobre Baviera. Aquí la llamamos Bayern, ¿lo sabías?

Me guiñó un ojo.

-Sí, lo sabía.
-¡Pues vaya una mierda! A ver qué te cuento yo ahora. Espera, que ya me acuerdo. La historia de Baviera. ¡El paraíso de los bávaros! Joder, eso ya lo he dicho.

De nuevo me guiñó un ojo.

-¿Sabes que me gustaría levantarme sobre la mesa y bailar un zapateado? Pero no puedo. ¿Y sabes por qué no puedo? ¿Lo sabes? ¿Lo sabes? Porque la otra se llevó la magia, y yo me quedé sólo con el nombre. ¿De qué estábamos hablando? ¡Ah, ja, la historia!

Estiró los brazos en cruz, inclinó la cabeza y esperó unos segundos. Cuando recogió los brazos, comenzó a hablar.

-Esto ocurrió en el siglo doce, o trece, o quince, o qué se yo, que yo no estaba.

Dio una palmada y se levantó.

-Entonces- prosiguió- el mundo era distinto. La gente era distinta, más... no sé, más... más o menos, más o menos distinta, no sé qué añadir ¿de qué estábamos hablando?

Me sacó la lengua.

-Cuando una mujer amaba a un hombre, se lo decía. Entonces era así. No había hipocresía, ni barba, ni pelos en el pecho. Al menos las mujeres no tenían pelos, o eso creo, lo leí, sí, lo leí en alguna parte. En una biblia, o en un libro de historia, ya no me acuerdo.
-Sí, bueno- interrumpí- pero ¿qué tiene que ver todo eso con baviera?
-¿No te has dado cuenta? Seguro que tus amigos sí ¿a que sí, eh? ¿A que sí? Esta historia que te estoy contando, ocurre en baviera. Pero si- se tambaleó- pero si no quieres escucharla. Estonce, entonces me voy.

Cayó sobre la mesa, inanimada, con un reguero de espuma cayéndole de la boca.

-Pina ¿te encuentras bien?
-¿No te he dicho que me fui? Haz el favor de no mirarme.
-Pero... pero no puedo no mirarte, estás ahí, delante de mí, sobre la mesa.
-¡Joder! Si no me miras no estoy. Eso es básico. No sé qué te enseñaron en la escuela.

Soltó un juramento en alemán, que no entendí, y quedó dormida.