sábado, 23 de julio de 2011

Monólogo del Jugador de Snooker

Una tarima pequeña, muy por debajo del actor. Un micrófono en el techo, sobre ella. Entra el jugador, despacio, mirando a los lados, asustado. Se coloca junto a la tarima. Va a apoyarse en ella, y es cuando se da cuenta de que está por debajo de su cintura. Hace un gesto a alguien entre el público, rogando que le cambien la tarima, después intenta levantarla un poco. Finalmente se encoge de hombros, saca un papel del bolsillo y lo coloca sobre ella.

Cuando me ofrecieron el premio, yo estaba de viaje.

Tose

Esto, después se achanta, ¿verdad? No tengo que decir la hoja de corrido, como si no tuviera pies. Claro, claro, ya va, un segundo.

Tose, con voz más altiva:


Cuando me ofrecieron el premio, yo estaba de viaje. Para mí es un orgullo defender a mi patria por encima del tren.... y del mar, con... ¿cómo dices que dije? Para mí es un orgullo defender a mi patria por encima del bien y del mal, con la satisfacción de sentirme querido.


Se aparta de la tarima y se acerca a un lateral, para hablar con alguien del público.

¿Quién ha escrito esta palabrería? ¿Qué tiene que ver el Snooker con la defensa del pais? Cuando levanto el taco lo hago por mi interés, no tengo intención de defender a nadie. ¡Que tengo que vivir de algo! Te diré lo que vamos a hacer, voy a decir lo que siento ¡No, no pienso improvisar! Diré lo primero que se me ocurra. El premio lo he recibido yo, y por eso yo decido. Enciende la cámara. ¿Qué está grabando? No quiero quedar como un pelele, ¿me oyes? Pues bien, allá va mi texto.


Coloca las manos en los bolsillos, mira de frente al público e intenta situarse debajo del micrófono, por lo que éste le golpea la cabeza. Con él sobre la cabeza comienza su discurso.

Paisanos y paisanas, vecinos todos de esta patria mía ¡Nuestra! Tengo el agradecimiento de decir, la suerte de contar, el orgullo y todo eso: me han nombrado Premio Nacional de Deportes. Y todo porque manejo el taco como nadie, ¡je! Tal vez algunos no sabréis qué hago en la vida, os lo voy a contar: juego al Snooker. El Snooker es el mejor deporte del mundo, vosotros lo confundiréis con el billar, pero no es así, es un juego distinto, aunque también tiene una mesa ¿Podemos traer una mesa de Snooker y otra de billar? ¿Podemos colocar aquí dos mesas?

Se acerca al lateral.

Para que la gente distinga un deporte del otro. No te entiendo ¿No te gusta lo que he dicho? Pues es mejor que aquello de la defensa de la patria y esas cosas que escribiste. Necesito una mesa, ¿puede ser o no? El público no va a entender por qué recibo el premio. Y la imagen es importante, eso me lo dijo mi representante hace unos meses. Yo me cuido, hasta me ducho a diario, para dar buena imagen. ¿No hay mesas? ¿Ni siquiera una de Snooker? No quiero que compres una mesa, puedes alquilarla. Bueno, da igual, sin mesa. Escucha, voy a leer el discurso que escribiste, pero luego seré yo quién decida si se emite. ¿Entiendes?


Se  coloca  junto al micrófono, y observa el papel. Lee sin ánimo.

Cuando me ofrecieron el premio... Para mí es un orgullo defender y bla, bla, bla ¡No voy a leer eso de nuevo! ¿Es necesario que lo lea? Está bien, repito. (sin interés) Cuando me ofrecieron el premio, yo estaba de viaje. Para mí es un orgullo defender a mi patria por encima del tren... del bien y del mal, con la satisfacción de sentirme querido. Por tanto, simplemente agradecer al señor ministro la entrega del premio.

Da la vuelta a la hoja, sorprendido.

¿Ya está? ¿Es posible? ¡Ah, no, no! Decir eso es decir nada. Es como... es como hablar de la pesca con mosca, y dar las gracias a las moscas. Yo quiero hablar de mi trabajo, de cómo levanto doce mil veces diarias el taco y cómo caen las bolas, cada una en su lugar, cuando son golpeadas. Hay arte en eso ¡Figúrate! Es una metáfora... no, es una metafísica de la vida. Pero ¿cómo contar mis sensaciones? Paso de seis a ocho horas diarias encorvado sobre una mesa, con los ojos puestos en las aristas inexistentes de unas esferas perfectas. No, demasiado complejo. Cada mañana somos golpeados por una bola, o algo así, que nos obliga a hacer algo que no deseamos. Sí, eso es profundo, pero ¿Qué ocurre cuando la bola que somos cae en el agujero sin fondo? Tiene que haber otra forma de contarlo... La luna es la bola blanca, eso es, la luna ¡La luna!


Abre los brazos como si quisiera sujetar el universo, cambia la voz a otra muy forzada.

Amigos, el snooker es el juego de los planetas. La luna es la bola blanca. Mercurio, que es rojo, es la bola roja. Venus, pues, digamos que la bola... negra. Sí, Venus es la bola negra. La tierra, la bola verde. Esta era sencilla. Marte... ¿no era Marte el planeta rojo? Entonces Marte la roja y Mercurio otra, la azul. (Se va cansando) Júpiter, ¡qué rayos sé cuál será Júpiter!


Vuelve al lateral

¿También te estoy aburriendo? La idea es que luego los planetas chocan, y se lanzan al universo, y se modifican las galaxias... sí, es aburrido.


Pensativo

No tiene que ser tan difícil... El Snooker es mi mundo, es un mundo, un mundo... ¡Ah, sí, ya lo tengo! ¡Graba, graba! ¡Ah, que sigues grabando!


Vuelve bajo el micrófono

Señores compatriotas: Una vez,  en algún lugar dentro de esta nación, nacemos. Todos hemos nacido, menos los que aún viven en el vientre de su madre, esperando su momento; tampoco los que aún no han sido fecundados, pero eso, de nuevo, es metafísica... ¡Oh, ya sé lo que quiero decir! Nacemos como pequeñas bolas que alguien coloca en una mesa, que es la vida. Y de color verde: porque venimos de forma natural, esto es, a la naturaleza. Sí, así, ¡así! Entonces, en la vida, nos encontramos con otras bolas, de otros colores porque son de otras razas, o de la misma si son del mismo color ¡Evidente!


Aparte, al lado de siempre

¡Esto marcha!

De nuevo al público

Pero la vida no es sencilla. Aunque intentamos hacer nuestra voluntad, siempre hay algo o alguien, mejor alguien, que nos maneja, que nos obliga a ir de aquí para allá. Es... es como un palo enorme, llamémosle taco, que nos lanza a descubrir mundo. Tal vez no lo hace de forma directa, tal vez son las otras bolas, las otras personas, las que nos mueven el centro, o nos conmueven, y nos hacen desplazarnos encima de la mesa.


Se emociona y tira del micrófono, que termina quedando por debajo de su cabeza. Entonces se agacha para que aún se le escuche.

Hasta que un día, el taco supremo se lanza sobre nosotros y nos condena al vértice de la mesa, nos hace regresar al agujero del que una vez salimos, que es como decir: ya hemos llegado a la muerte. Pues bien, todo eso, admirado público, todo eso es el Snooker. ¡Gracias de todo corazón!

viernes, 8 de julio de 2011

La Canción del Marinero

Marcho siempre a la deriva,
Viajo con rumbo extraviado,
En el corazón me guía
Un rayo de agua marina,
Un timón seco y quebrado.
Marcho siempre a la deriva
decidir es muy cansado.

Quise ser buen marinero
Porque el asfalto me aburre.
Quise ser buen marinero.
La paciencia me consume
Cuando no me lleva el viento.

Siempre he sido marinero
Con la barca en rebeldía,
Siempre he sido marinero
Desde el agua a la bahía
Desde la tierra hasta el cielo
Siempre he sido lo que quiero,
Sin el agua me aburría
En la mar todo lo tengo.

Quería atravesar los mares
Al verlos desde la playa,
Quería recorrer los mares
Pero los mares acaban
Y el recuerdo que me queda
Es el de espuma en el agua,
Es el de nubes y de algas.
Y es que el tiempo se consume
Pues navego hacia la nada.
Soñaba dejar las cumbres,
Tantos mares me rodeaban.

Luché, incansable, contra olas,
Contra vientos y mareas.
Siempre combatí las olas,
Y mi nave en las tormentas
Recortaba piedras, rocas.
Nunca pudieron las botas
doblegar su capitán
Y el miedo, que otros tendrán
Cuando inicien la faena,
Nunca torció mi certeza:
“Sé que el viento cambiará”.

El día que salí a la mar
El timón dejé en la tierra.
El día que salí a la mar
Arrojé al agua mis penas
A la tierra mis temores
Y fui lanzando canciones
Que hablaban de libertad.
El cielo ondeaba en la mar,
Sobre la tierra el adobe.
.

navegando a la deriva
Marcho siempre a la deriva
Es mi dirección la brisa
Y entre mi escaso equipaje
Llevo el brío de mi sangre
Mezclado con mi alegría.


Cuando la luna me espera
Con sus curvas entreabiertas
Siento que el agua me bate,
Y conteniendo la sangre
Me arrastro hasta la ribera,
Entonces la mar me apresa
Entonces me anima el aire.
Y el cielo, como de alambre,
Se tuerce de tal manera
Que mi piel, ya turbia y vieja
Florece y se vuelve carne.

Va mi voz como ceniza
Navegando a la deriva,
Con las manos entreabiertas
Siempre huyendo de la tierra
Viajando donde me llevan
Lámparas de agua y ventisca.
Y cada día a la deriva,
Siempre viajo a la deriva.