sábado, 30 de octubre de 2010

Nocturno. Soneto

Necesito el olor del tabaco
Quemando suavemente los labios.
Notar el humo contra los párpados:
Esta noche me siento abandonado.

    Quisiera despertar entre unos brazos
Cobijarme en ellos, agotado,
Es imposible: de todo me canso,
De amigos, mujeres y trabajo.

    Es la una. Pasean los borrachos,
Deambulan con los bares cerrados.
Y yo aquí, fumándome el cansancio.

Fin del placer, se acabó el cigarro.
En cinco horas de nuevo al trabajo...
Un día más de mi vida he quemado.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Soneto

Ciegos los ojos de mirar la brisa
Que con el pelo ondea por tu frente...
Siento tu mirada tan sugerente
Que sabe provocarme una sonrisa.

Ojos castaños, melena tan lisa,
Seda en la voz. Irremediablemente
Quien no te ha visto no siente
Que el corazón le late más deprisa.

Siento tu ser en un arrebato,
Digo palabras que no indican nada,
Vivo en la ardiente oscuridad.

Si reflexiono, después de un rato,
Siento mi fuerza tan abrasada
Que busco, angustiado, la soledad.

domingo, 24 de octubre de 2010

La Llama

-Derramé sobre ella agua, vino, arena y barro. Pero la llama, aunque tenue, aún sigue encendida, dejando una nubecilla de amor y un aroma de indiferencia.
-¿Y por qué no se apaga?
-Tal vez deba lucir por toda la eternidad- declaré con un suspiro.

martes, 19 de octubre de 2010

Monólogo

Soy como el viejo actor
Que repite su monólogo
Exactamente igual cada día
En los últimos 33 años
Pero que, a veces, cansado
Decide variar alguna frase
Y entonces, con la embriaguez
Por los labios que aún no tengo
Comienzo susurrando
Y luego grito tu nombre
Como si fueras capaz
De liberar mi monotonía,
De alterar mis sentidos,
De hacerme sonreír.
En esos instantes
El aburrido monólogo
Toma forma de belleza
Y de dulce eternidad
Por siempre, ¡por siempre!

viernes, 15 de octubre de 2010

Ausencia

Caigo en la mísera lucha que sostengo en mi interior.
La tristeza, pienso, es un león hambriento,
que no se cansa de devorar y de aplastar
Los restos de este amor imposible que me derrumba.
Algunas veces salgo, vivo, observo el exterior,
Y entonces los árboles me parecen muy bellos,
Y los caminos están  llenos de hojas azules
Que traen recuerdos agradables, y me hacen sonreír.
Pero luego vuelvo al oscuro sótano de mi mente,
Al recuerdo de aquella que me quiere y me mata,
Y me duele y me aparta, y me busca y me ahoga.

No sé por qué me saltan las lágrimas si pienso
Que tal vez debería odiarla. No sé qué piensa.
No entiendo por qué juega, si es que juega.
Por qué se acerca y me roza, y me mira y me tiene,
Y se aleja y se pierde y se espera escondida
Mientras ardo, me quemo, me vuelvo cenizas,
Y me apago y sufro, y caigo en la tierra, dormido.
Si sueño, sus labios me saben tan dulces...
Si estoy despierto imagino que saben a tierra,
Y a carne y a leche de pecho materno,
Y a gozo y a gajo de naranja untada con miel.

Vivo dentro de mí. Paseo, escribo, sueño,
Hablo de temas triviales, trabajo, alguna vez troto,
Y sobre todo pienso: en los días que no acaban,
En aquel momento que tanto anhelé una vez,
Y que no llegó jamás. Que no llegará, porque
Aquella ilusión del inicio, los momentos de desdicha,
Las visiones placenteras, nunca podrán ser igual.
Triste mundo este que vivo: hasta el amor se pierde.
Lo matamos poco a poco, entre  juegos con cuchillos
Y palabras que resultan muchas veces venenosas.

viernes, 8 de octubre de 2010

Honores

Unos se llevan honores,
Nacieron para lograrlos,
Otros, los que venían
Para llevarse los palos,
Los perdedores del mundo,
Quién sabe dónde quedaron.

Buscarles sobre la tierra
Es peligroso, y es vano.
Yacen cubiertos de escombros
Con los sueños sepultados,
Con un espejo deforme
Colocado entrambas manos.

¡De qué sirve reflejarse!
Nunca hay que mover el barro
Que otros huesos forjarían
Con los dientes apretados.
Caiga el hombre sin recuerdos
Para poder modelarlo.